Sunday, October 15, 2006

TAREA 5 Y 6

En un primer momento, es importante tener en cuenta que en los inicios de la antropología como disciplina social, ésta nunca tuvo como objeto de análisis el “estado-nación” como tal, por diversas razones a considerar:
La Antropología nació de una política colonialista mundial, en donde el objetivo de ella suponía ser entender y explicar aquellos “pueblos” o “comunidades” colonizados de manera un tanto utilitarista, de tal modo que el concepto liberal de “estado-nación” no aplicaba a esas pequeñas “aldeas” que tan raras y curiosas resultaban a los ojos del antropólogo occidental.
La unidad de análisis de la antropología nunca ha contemplado un espacio-tiempo tan amplio como en el que se desarrollan los “estados-nación”.
Por lo anterior, el “estado-nación” resulta mejor objeto de estudio para la sociología, la economía y la ciencia política que para la antropología.
Esta aseveración, con la que no me refiero a que la opinión de Wallerstein (ni la de Ron) sea o haya sido la de considerar esa unidad de análisis propia de la antropología, junto con la propuesta del mismo autor de desaparecer la especialización académica de las ciencias sociales e integrarlas en una única ciencia social histórica, como resultado del entendimiento de un sistema-mundo, posiciona a la antropología en un lugar de riesgo, en tanto que su razón de ser y unidad de análisis tradicional (las dinámicas en las comunidades tradicionales, cerradas, física y temporalmente delimitadas) se difumina en un espacio de mucha mayor complejidad que el “estado nación”: el sistema-mundo. Este espacio en el que todos los procesos, espacios, significados, dinámicas, convergen y se relacionan de manera directa o indirecta. El aleph borgiano de la dinámica social.
Ante este panorama, además de cuestionarnos la vigencia de la antropología, debemos cuestionarnos cuál es actualmente la unidad de análisis de una antropología inmersa en un sistema-mundo académico que mira a sujetos inmersos, a su vez, en un sistema-mundo en el que actúan y a la vez los define. En este sentido, probablemente, la unidad no sea una “comunidad” con límites espaciales bien definidos, o procesos espacio-temporales, sino sujetos que crean significados y los comparten, creando significados colectivos, independientemente del espacio y el tiempo. Es decir el sujeto(s) creador y el espacio de creación, pueden ser nuevas unidades de análisis. Sin embargo, si la categoría se queda en ese plano, volvemos al espacio que representa el sistema-mundo, en tanto que en todo este espacio-tiempo hay sujetos que construyen y significan constantemente su entorno. Por tal motivo, valdría la pena acotar el espacio, y definir nuevamente la unidad de análisis como el sujeto(s) creador y el espacio de creación en relación a algo. Dicho fenómeno, dicho “algo” definirá los límites de la interpretación.
En este sentido, esta unidad de análisis, este sistema histórico, como lo definiría Walerstein, se construye de elementos histórico temporales bien definidos (procesos) y de la delimitación del propio investigador.
Por un lado esta unidad está constituida de manera interna, por una red de elementos intrínsecos que la caracterizan. Wallerstein da el ejemplo de la unidad doméstica y las relaciones sociales que de ella emanan, como parte del sistema histórico al que se refiere: el sistema mundo capitalista. Dentro de la unidad doméstica hay elementos que las definen como la dimensión de clase y la dimensión étnica. Dentro de ellas hay características “atribuidas” que permiten su ubicación dentro de un sistema étnico y de clase. Estas dimensiones definen a la unidad doméstica de manera interna, y le otorgan un lugar dentro del sistema-mundo. Se podría entender así que este sistema histórico es un enramado de dimensiones internos y externos vinculados a las dimensiones internas del sistema- mundo que se han desarrollado en un proceso histórico definido.
Por otro lado, pienso que este sistema histórico como unidad de análisis se acota, como ya mencioné, por los límites de las relaciones internas y también por los límites del investigador. Es decir, hay características propias muy bien delimitadas, y hay otras que el investigador define. Tal es el caso del ejemplo de los municipios como unidades de análisis, ya que dentro de ellos hay relaciones y dinámicas muy delimitadas, pero los límites fueron también definidos por los investigadores que así lo consideraron, es decir, ¿por qué no consideraron las comunidades en sí, cuando también eran un espacio “que coincidía con la identidad étnica de sus habitantes”? Seguramente porque en los municipios encontraron las respuestas a sus preguntas como investigadores. Es decir, creo que estas unidades de análisis entendidas como eso, “unidades de análisis”, más que espacios de significación social de los mismos habitantes, tienen relevancia en tanto responden al quehacer del investigador.
En este sentido, más que “comunidad de Zinacantán o Chamula”, yo hablaría de sujetos que habitan un espacio conocido como Zinacantán o Chamula en el que construyen significados colectivos, y que probablemente se identifiquen con su territorio, pero no por el territorio mismo, sino por lo que han significado y construido en ese territorio.
Esta sería la unidad de análisis que podría considerar la más adecuada para mi posible proyecto (“Transformaciones en las representaciones sociales de los jóvenes de los Altos de Chiapas en la transición rural-urbano”). A pesar de que la propuesta se refiere a una zona geográfica muy específica del estado, no es ésta lo más relevante, sino la construcción de representaciones de una parte de la población (los jóvenes) que se han visto inmersos e influidos por el complejo sistema-mundo que ha pasado, y en cierto sentido borrado, los límites del espacio “rural” en el que ellos vivían, actuaban, y desde el que construían significados.
En este sentido, si considero esta construcción subjetiva y colectiva de significado mi unidad de análisis, entonces sus límites se definirán por las propias representaciones, es decir, por lo que para ellos representa el espacio (simbólico) rural y urbano. Por ejemplo, el espacio geográfico como tal sería un elemento exógeno, más no lo que representa este espacio. ¿Cómo significan ellos su transición rural-urbano, su mundo, el sistema-mundo? La forma de acercarnos a estas representaciones colectivas sería a través del análisis interpretativo y dialógico que proponen Geertz y la escuela interpretativa de investigación antropológica, pues la única manera de conocer lo que para ellos representa su espacio es a través de ellos mismos.

1 Comments:

Blogger Ron said...

Interesante, un punto de vista un poco diferente. Tengo la impresión que no sientes que el tiempo-espacio se una dimensión tan relevante para tu tema. Pero creo que si. Una noción clara de los Altos como región, como ciudad-región, te permitiría enfocar los cambios que se han dado, por ejemplo ese 'borrar' (o acercamiento?)de lo rural-urbano. ¿Como ha cambiado esta 'región de refugio' desde lo describía Aguirre Beltrán? Y por supuesto como la representan los jovenes.

Dentro de este espacio regional podría ser útil la noción de rutas con respecto a los sujetos. Lugares ordenados sujetivamente en el espacio.tiempo un una vida, o de un día etc. Kenia sacó provecho de ese concepto y se me hace que por tu tema te podría ayudar abordar lo espacio-temporal como parte de las representaciones.

Bueno, perdon, unos pensamientos un poco sin rumbo, pero tu entrada los provocó.

1:34 PM  

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